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Miguel María Grau Seminario II PARTE

Jefe de la escuadra peruana

El 30 de abril de 1874 la Comandancia General de Marina acuerda que los buques de la escuadra se encuentren listos para zarpar para las evoluciones que deben practicar en táctica naval. El 10 de junio la superioridad expide la esperada resolución ordenando que la escuadra practique en el mar los movimientos consignados en la obra de Táctica, que sirve de texto en la Escuela Naval. Integran esa escuadra los siguientes buques de guerra Huáscar, Independencia, Atahualpa, Manco Cápac, Unión y Chalaco. Se nombra Jefe de la Escuadra de Evoluciones al capitán de navío Miguel Grau. Dos días después, el Comandante General de Marina, contralmirante Diego de la Haza, se dirige al ministro de Guerra y Marina para informarle de que el capitán de navío Miguel Grau, el día 10 de junio, había cambiando su insignia en el monitor Huáscar, asumiendo el mando de la escuadra.

En ejercicio del alto cargo de Jefe de la Escuadra de Evoluciones, Grau recorre todo el litoral peruano, ordenando se ejecute a bordo de los buques toda clase de maniobras para adiestrar a las tripulaciones en conocimientos de táctica naval y manejo de la artillería. Como su experiencia le hace intuir que Perú está próximo a perder su supremacía en el mar y que acecha al Perú el gravísimo peligro de verse envuelta, en cualquier momento, en un conflicto bélico con Chile, es que se preocupa en adiestrar a las tripulaciones para el manejo hábil y preciso de las unidades navales y su potencia de fuego. El alza del salitre de Tarapacá, en zona vecina a los territorios bolivianos del desierto de Atacama, que explotan compañías chilenas, y la construcción de dos poderosos blindados por Chile en el Reino Unido, uno el Almirante Cochrane, ya lanzado al agua en enero de ese año, preparándose para salir al Pacífico y el otro por terminarse, justifican sus temores.

De otro lado, las diferencias entre Bolivia y Chile aparentan estar zanjadas en agosto de 1874, en que se firma el nuevo tratado de fronteras entre los dos países, que fija siempre el paralelo 24, desde el mar hasta la Cordillera de los Andes, en el divortium aquarum. El artículo 1º del tratado dice lo siguiente: “El paralelo del grado 24º, desde el mar hasta la cordillera de los Andes, en el divortia aquarum, es el límite entre las Repúblicas de Chile y de Bolivia”. Sin embargo, siempre se mantiene la comunidad de los dos países para la explotación y partición por mitad del guano y minerales existentes o que se descubran, entre los paralelos 23º y 25º. Se conviene, también, que los derechos de exportación que se impongan sobre los minerales que se exploten no excederían de los que estuvieren vigentes; y que durante 25 años las personas, industriales y capitales chilenos no quedaban sujetos a más contribuciones, de cualquier clase que fueran, que las que entonces existían. El incumplimiento por parte de Bolivia al tratado al aumentar las contribuciones a las salitreras chilenas hasta el paralelo 23 sería el detonante de la posterior Guerra del Pacífico.

Ese mismo año, en octubre, ya disipados momentáneamente los peligros de guerra entre Bolivia y Chile, el gobierno peruano descubre que navega en sus aguas peruanasTalismán, fletado en el Reino Unido, de 140 t y en el cual, según se afirma, viaja Nicolás Fernández Villena (Nicolás de Piérola), ex Ministro de Hacienda del Presidente José Balta, con armamento y alzados, que persigue derrocar al régimen mediante un golpe revolucionario.

En cumplimiento de las órdenes recibidas, la Escuadra de Evoluciones sale en persecución del Talismán, que de acuerdo con las informaciones del gobierno, tocó enPacasmayo, en donde intentó un desembarco. Luego de activa búsqueda, el Talismán es apresado por el Huáscar en la bahía de Pacocha, cerca de Ilo, la mañana del 2 de noviembre de 1874. Buena parte del cargamento es capturado, así como la tripulación. Nicolás Fernández Villena escapa internándose hacia Moquegua.

Luego de capturar al Talismán, Grau lo envía a Mollendo, a cargo del capitán de corbeta Leopoldo Sánchez y eleva un parte al Ministro de Guerra y Marina, fechado en Pacocha, dando cuenta de los sucesos. Hecho, el Huáscar parte al sur para resguardar el orden.19 El capitán del puerto de Ilo, Germán Paz, avisa también el mismo día 2, a la Comandancia General de Marina, que esa mañana el Huáscar apresó al Talismán, con su tripulación y parte de su carga.

Esta acción del Huáscar en Pacocha fue determinante para el triunfo de las fuerzas del gobierno en la acción del 6 de diciembre de 1874, en Los Ángeles, lugar cercano a Moquegua, lo que devolvió la calma al país. En el mismo mes de diciembre, la Escuadra de Evoluciones se encuentra en Iquique y regresa al Callao dando término a su entrenamiento. El 20 de enero de 1875 Grau cesa en el mando de la escuadra continuando como comandante del Huáscar. El crucero ha durado siete meses.

 

Diputado por Paita

En 1875 Miguel Grau es requerido por el pueblo de Paita, donde él nació y residiera los años de su niñez, para representar a la provincia en el Parlamento Nacional. El marino acepta esta distinción confiando en que podrá servir igualmente a su patria en el recinto de las leyes como lo ha hecho en la cubierta de los buques.

El 5 de julio de 1876 Grau deja el comando del Huáscar, que ha tenido durante más de 8 años y se apresta a ir al Parlamento. Pero la separación no será larga; a los tres años Grau volverá a la Armada Peruana, al mando del Huáscar.

El 2 de agosto de 1876 inicia su gobierno constitucional el general Mariano Ignacio Prado, que ha sucedido a Manuel Pardo. El día 4 se reconocen y califican las credenciales de Grau como diputado por Paita. Al día siguiente, Grau se dirige por oficio al Mayor de Órdenes del Departamento, informando de que va a ocupar su curul en la Cámara de Diputados y pide se le otorgue la consiguiente licencia. El mismo día 5 de agosto, Grau presta juramento de ley en la Cámara de Diputados y pasa a formar parte de la Comisión de Marina. Su actividad como diputado es grande y eficaz, análoga a la que ha desplegado en la escuadra. Presenta interesantes proyectos que cuentan con la aprobación de su Cámara.

Luchó contra las intenciones piuranas de convertir a Paita en el distrito de Piura esbozando su frase: "No solo como representante de Paita, sino como hijo de ella, lucharé por la permanencia de Paita como provincia", quedando así como el más férreo opositor de las intenciones piuranas e incluso ganándose enemigos políticos piuranos, pero ganando a cambio el corazón de todo Paita.

Concluida la legislatura Grau se desempeña por pocos días como agregado al Departamento de Marina y, en enero de 1877, pide licencia por dos meses a su Superioridad para dirigirse a Valparaíso: va a traer los restos de su padre, el teniente coronel Juan Manuel Grau y Berrío, fallecido en ese puerto el 30 de noviembre de 1865. Para cumplir esta misión, se embarca en el vapor británico Eten, llevando consigo a su primogénito.

Cumplida su misión, Grau, al retornar al país, cumple con informar al Gobierno su honda preocupación ante el poderío naval de Chile, que ha podido comprobar in situ en las aguas de Valparaíso, donde se encuentran fondeados los dos blindados Almirante Blanco Encalada y Almirante Cochrane, buques de guerra chilenos, inmensamente superiores a los peruanos. Ha apreciado, igualmente, los aprestos bélicos de las fuerzas militares de ese país.

Apenas regresa Grau de Chile, se le designa el 7 de marzo vocal de la Junta Revisora de las Ordenanzas Navales, cargo que ejerce en el curso de ese mes y los de abril y mayo, hasta el 30, en que es nombrado comandante general de Marina.

 

Comandante general de la Marina de Guerra del Perú

El 1 de junio de 1877, Miguel Grau se hace cargo de la Comandancia General de Marina. Grau cumplió lo más satisfactoriamente y dentro de las posibilidades presupuestales de que dispuso, el muy importante cargo confiado a su capacidad y competencia. Desde un principio se preocupa porque los buques de la Armada se encuentren en las mejores condiciones. Ordena se reparen en la factoría del puerto todas las deficiencias de las naves de guerra y que se limpien sus fondos. Asimismo, trata de proveerlas de pertrechos y de los elementos necesarios para su adecuado armamento y poderío; pero no pudo conseguir lo que con tanta vehemencia anhelaba, que se adquieran acorazados, para equiparar el poderío naval peruano con el chileno.

Además de la preocupación de mantener siempre con todo su poderío a la Escuadra, Grau cumple las funciones administrativas del cargo con eficiencia. En uno de sus oficios al Ministerio de Guerra y Marina, resalta la alta preparación de alumnos y profesores de la Escuela Naval, cosa que contrasta con la falta de modernas y potentes unidades que garantizaran la integridad del territorio peruano ante la eventualidad de un conflicto armado, cosa que Grau vislumbraba cada día como más cercano.

Debiendo Grau incorporarse nuevamente el Parlamento, el 28 de julio de 1878, pone su cargo a disposición del Gobierno, con oficio del 10 de ese mes, nombrándose en su reemplazo al contralmirante Antonio A. de la Haza, al que entrega la Comandancia el 13 de julio. Nuevamente en la Cámara de Diputados, en julio de 1878, Grau formula otras importantes proposiciones en la Comisión de Marina, de la que sigue formando parte. En febrero de 1879, concluida la legislatura, Grau pasa nuevamente a servir en el Ministerio de Guerra y Marina en condición de agregado, pero el cargo lo desempeña 50 días, pues corren vientos de guerra en el sur. El 28 de marzo y en cumplimiento de una resolución del día 24 de ese mes, Grau se hace cargo nuevamente del Huáscar, en reemplazo de su anterior comandante, el capitán de fragata Gregorio Pérez.

Al mes siguiente, la Cámara de Diputados, en sesión del 28 de abril, presidida por Ricardo W. Espinosa, después de leerse y aprobarse el acta de la sesión anterior, toma nota de un oficio de Grau en donde expresa que no puede concurrir a la Cámara por haberse hecho cargo del comando del Huáscar. El 5 de abril de 1879, Chile había declarado la guerra al Perú.

 

Guerra del Pacífico

La Guerra del Pacífico (1879-1884) fue un conflicto armado que enfrentó a la República de Chile contra la República Peruana y la República de Bolivia. También se le ha denominado Guerra del Salitre.

La escuadra peruana y la chilena

Debido a las características del litoral boliviano y del extremo sur peruano, en el que se extiende el desierto de Atacama, y teniendo en cuenta las experiencias de la Guerra de la Independencia y contra la Confederación, Chile conocía que era necesario sortear por mar este territorio para poder trasladar a sus tropas e invadir el territorio peruano. Para ello tendría que lograr el dominio del mar. El Perú, por su parte, también comprendió que esta era la maniobra lógica que adoptaría Chile. De ese modo, ambas naciones dieron inicio a la campaña naval como la primera parte de la guerra.

La escuadra peruana, al mando del capitán de navío Miguel Grau, estaba conformada por el blindado tipo monitor Huáscar, la fragata Independencia, la corbeta Unión, la cañonera Pilcomayo y los transportes Chalaco, Oroya, Limeña y Talismán. Estos últimos habrían de cumplir una función muy importante durante el conflicto, manteniendo abierta la ruta de abastecimiento peruana con continuos viajes entre el Callao y Panamá, así como a otros puntos del litoral, transportando tropas, pertrechos y municiones, burlando a la poderosa escuadra enemiga. A ellos se sumaban los monitores Manco Cápac y Atahualpa de casi nulo desplazamiento, lo que los convertía en baterías flotantes.

La escuadra chilena, al mando del contralmirante Juan Williams Rebolledo, estaba compuesta por los blindados Almirante Blanco Encalada y Almirante Cochrane, las corbetasChacabuco, O'Higgins, Abtao y Esmeralda y las cañoneras Magallanes y Covadonga, además de varios transportes armados como el Loa y Amazonas. Completaban su flota veloces transportes que aseguraban la logística de sus tropas acantonadas en Antofagasta y de su escuadra, como el Itata, Lamar, Rímac, Copiapó y el carbonero Matias Cousiño. El equilibrio de poder era favorable a la marina chilena, dado que sus naves, sobre todo los dos blindados, tenían mejor artillería, mayor velocidad y coraza, en comparación a las naves peruanas.

El planteamiento fue muy claro en ambos lados. La escuadra chilena era superior materialmente a la peruana, no sólo en número sino también en la calidad de sus buques. Debía entonces buscarla y destruirla lo más pronto posible. La escuadra peruana, por su parte, dada su inferioridad en medios, debía prolongar lo más posible su presencia como una amenaza efectiva en el mar, no tanto para la escuadra chilena sino para el tráfico marítimo de ese país, entablando combate únicamente cuando estuviera en superioridad de condiciones o cuando éste fuese inevitable. El tiempo que se ganara en ello sería en provecho de la preparación de las defensas en el sur peruano y la adquisición de nuevas naves y armamento.

 

La campaña naval y el monitor Huáscar

La primera acción tuvo lugar apenas siete días después de declarada la guerra, el 12 de abril de 1879, cuando la corbeta Unión y la cañonera Pilcomayo atacaron y persiguieron a la corbeta chilena Magallanes frente a Punta Chipana. Por su parte, la escuadra chilena en el Perú bombardeó Mollendo, Pisagua, Mejillones e Iquique, antes de dirigirse hacia el Callao con el propósito de destruir la escuadra peruana.

Sin embargo, fracasó en este intento debido a que los buques peruanos habían zarpado días antes de su arribo, dirigiéndose a la ciudad peruana de Arica con el director supremo de la guerra, el general Mariano Ignacio Prado.

 

Combate naval de Iquique

El 17 de mayo la flota peruana puso rumbo a Arica, donde desembarcó el Presidente Prado para dirigir la guerra desde ese puerto peruano. Casi de inmediato fueron despachados a Iquique el monitor Huáscar y la fragata Independencia, con instrucciones de levantar el bloqueo de ese puerto, sostenido en ese momento por la corbeta chilena Esmeralda, la cañoneraCovadonga y el transporte Lamar.

El 21 de mayo de 1879 el monitor Huáscar al mando del capitán de navío Miguel Grau , y la Independencia al mando del capitán de navío Juan Guillermo More Ruiz, ingresaron a la bahía de Iquique y se enfrentaron a los ya mencionados buques de madera chilenos comandados, respectivamente, por Arturo Prat Chacón (Esmeralda) y por Carlos Condell de la Haza(Covadonga). El transporte Lamar izó bandera estadounidense y puso rumbo al sur, siendo seguido por la cañoneraCovadonga que fue perseguida por la Independencia. Mientras tanto, el Huáscar en Iquique cañoneaba a la Esmeralda, buque que maniobró para colocarse delante de la población, ante la imposibilidad de doblegar al enemigo, y ya que el combate se extendía con gran número de bajas chilenas, el comandante Grau decidió utilizar el espolón 3 veces. En el segundo ataque al espolón, el comandante chileno Arturo Prat realiza un abordaje frustrado, principalmente, por la confusión reinante que dificultó que su orden fuese escuchada y por las importantes bajas en su tripulación, la Esmeralda tenía varios daños antes del combate. Prat murió en el intento, pues jamás llegó a ver a Grau.

Finalmente logra Grau hundir a la nave chilena, cuyos sobrevivientes, fueron rescatados por los marinos peruanos. En este combate murió el teniente primero Jorge Velarde, primer héroe naval peruano de la contienda.

Mientras tanto, la Independencia, conducida por Moore, había encallado en Punta Gruesa, al sur de Iquique en el afán de espolonear al buque chileno y tan pronto se percató de esto, el comandante Condell de la Covadonga, volvió sobre sus aguas y ordenó disparar sobre la fragata varada dado que aún mantenía su bandera al tope, indicación que seguía en combate, Condell le disparo seis tiros contra la cubierta poniendo su nave en el ángulo muerto de los cañones peruanos al escorarse la "Independencia". Cuando la Covadonga vio acercarse al Huáscar y huyó del lugar, mientras el Huáscar procedía a recoger a los sobrevivientes e incendiar los restos.

Posteriormente Grau, en un gesto de caballerosidad, escribió a Carmela Carvajal, viuda del héroe naval chileno Arturo Prat Chacón, comandante de la Esmeralda, muerto en la cubierta del Huáscar, una carta en la que elogiaba la actuación de su esposo y le enviaba algunas de sus prendas personales, entre ellas su espada. A su vez, en la respuesta a esta carta, la viuda de Prat agradece tal gesto, asegurando que dada la hidalguía mostrada por Grau al asociarse a su dolor, ella comprende que la muerte de su esposo fue consecuencia de la guerra y que de haber estado en manos del capitán del Huáscar, jamás habría tenido lugar.

 

Carta de Miguel Grau a Carmela Carvajal Vda. de Prat

Monitor Huáscar

Al ancla, Pisagua, Junio 2 de 1879

Dignísima señora:

Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a Ud. y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy justamente debe dominarla. En el combate naval del 21 próximo pasado que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la “Esmeralda”, como usted no lo ignorara ya, fue víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria. Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas.

Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.

Miguel Grau


Inventario de los objetos encontrados al capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la corbeta chilena “Esmeralda”, momentos después de haber fallecido a bordo del monitor “Huáscar”

  • Una espada sin vaina, pero con sus respectivos tiros.

  • Un anillo de oro de matrimonio.

  • Un par de gemelos y dos botones de pechera de camisa, todos de nácar.

  • Tres copias fotográficas, una de su señora y las otras dos probablemente de sus niños.

  • Una reliquia del Corazón de Jesús, escapulario de la Virgen del Carmen y medalla de la Purísima.

  • Un par de guantes de preville.

  • Un pañuelo de hilo blanco, sin marca.

  • Un libro memorándum.

  • Una carta cerrada y con el siguiente sobre escrito: “Señor Lassero. Gobernación Marítima de Valparaíso. Para entregar a don Lorenzo Paredes”.

Al ancla, Iquique, mayo 21 de 1879 El oficial de detall

Pedro Rodríguez Salazar

 

Carta de la viuda de Prat a Grau

Señor don Miguel Grau

Distinguido señor:

Recibí su fina y estimada carta fechada a bordo del “Huáscar” en 2 de junio del corriente año. En ella, con la hidalguía del caballero antiguo, se digna usted acompañarme en mi dolor, deplorando sinceramente la muerte de mi esposo, y tiene la generosidad de enviarme las queridas prendas que se encontraban sobre la persona de mi Arturo, prendas para mí de un valor inestimable por ser, o consagradas por su afecto, como los retratos, o consagradas por su martirio como la espada que lleva su adorado nombre.

Al proferir la palabra martirio no crea usted señor, que sea mi intento inculpar al jefe del “Huáscar” la muerte de mi esposo. Por el contrario, tengo la conciencia de que el distinguido jefe que, arrostrando el furor de innobles pasiones sobreexcitadas por la guerra, tiene hoy el valor, cuando aún palpitan los recuerdos de Iquique, de asociarse a mi duelo y de poner muy alto el nombre y la conducta de mi esposo en esa jornada, y que tiene aún el más raro valor de desprenderse de un valioso trofeo poniendo en mis manos una espada que ha cobrado un precio extraordinario por el hecho mismo de no haber sido jamás rendida; un jefe semejante, un corazón tan noble, se habría, estoy cierta, interpuesto, de haberla podido, entre el matador y su víctima, y habría ahorrado un sacrificio tan estéril para su patria como desastroso para mi corazón.

A este propósito, no puedo menos de expresar a usted que es altamente consolador, en medio de las calamidades que origina la guerra, presenciar el grandioso despliegue de sentimientos magnánimos y luchas inmortales que hacen revivir en esta América las escenas y los hombres de la epopeya antigua.

Profundamente reconocida por la caballerosidad de su procedimiento hacia mi persona y por las nobles palabras con que se digna honrar la memoria de mi esposo, me ofrezco muy respetuosamente de usted atenta y afma. S.S.

Carmela Carvajal de Prat

 

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