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13 MONJAS QUE EDIFICARON LA HISTORIA DEL MONASTERIO SANTA CATALINA

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  • 25 ago 2015
  • 2 Min. de lectura


La historia del Monasterio de Santa Catalina desde su fundación en 1579, corre en paralelo con la historia de Arequipa. Se inicia en menos de 40 años de la fundación española de la ciudad, donde mujeres de diversas procedencias se recogieron dentro de sus muros, para dedicar su vida a Dios. Con el correr del tiempo ya en el siglo XX, cuando el monasterio se encontraba muy deteriorado por los numerosos terremotos que asolaron la región, su restauración y posterior apertura al público hicieron de Arequipa un destino turístico internacional, debido al inmenso valor histórico y artístico del monumento y de las piezas que allí se exhiben.

Y es que, en la compleja sociedad virreinal dominada por el fervor religioso, es notoria la importancia que se le dio a la monja como personificación del ideal femenino. Las mujeres tenían el estigma de ser las que incitaban a los hombres a pecar, originado a partir de la interpretación de la figura de Eva en las Sagradas Escrituras. Al consagrar su vida a Dios, la imagen de estas mujeres se alejaba de este prototipo para acercarse a la virtud. Para las familias tener una hija monja, era motivo de orgullo.

La profesión de una monja se realizaba en una suntuosa ceremonia que generalmente trascendía los muros conventuales, ya que era un momento importante en la vida de la consagrada, porque simbolizaba contraer matrimonio místico con Cristo. Así también su muerte implicaba formas rituales de gran solemnidad que igualmente concitaban el interés popular y en algunos casos, propiciaban también la intervención de las más altas autoridades virreinales. Para una monja morir significaba el momento cumbre de su vida religiosa, puesto que era el encuentro definitivo con su Divino Esposo.

En la Sala de Profundis, ubicada en el Claustro de Los Naranjos se exhibe la colección de retratos de monjas fallecidas entre los siglos XVI y XIX. Esta ala, cuenta con pinturas restauradas gracias al trabajo conjunto entre Promociones Turísticas del Sur y Sociedad Minera Cerro Verde, quien auspició dicha restauración que permite transmitir la cultura, a futuras generaciones.

Sor Ana de los Ángeles Monteagudo

Es la figura más significativa del convento. Beata arequipeña que vivió entre 1603 y 1686. Desde los tres años de edad fue educada por las monjas y regresó contraponiendo el deseo de sus padres de verla casada. En 1648 fue elegida priora y falleció el 10 de enero de 1686. Fue beatificada el 2 de febrero de 1985 por el Papa Juan Pablo II.

 
 
 

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